Su trabajo es jugar

Cuando iba a casa de mis hermanos y echaba un vistazo a la cantidad de juguetes que tenían sus hijos pensaba: “los están malcriando, no necesitan tantos juguetes”. ¡Qué equivocado estaba!”. Y es que antes de opinar sobre un tema, hay que saber de lo que se habla. Ahora que yo también soy padre entiendo muchas cosas que antes me parecían nimiedades.

No sé cómo será cuando tenga más edad, pero ahora mi hijo juega con casi todos los juguetes que tiene, y tiene muchos. ¿Cómo es posible? Es que no paran de jugar. Su vida se reduce, básicamente, a comer, dormir y jugar. Su ‘trabajo’, por decirlo así, es jugar. Dedica un montón de horas al día al noble arte del juego, así que necesita muchos juguetes.

Y todo le gusta al chaval: pelotas, coches, bloques, música, etc. El otro día una tía le trajo unos  sellos de caucho infantiles y lo flipó el hombre. Pero lo curioso es que se fascina con las novedades, como en el caso de los sellos, pero eso no quiere decir que deje todos los demás juguetes de lado: parece que respetase a cada juguete como en la famosa película, y no quiere dejar ninguno olvidado.

Es verdad que algunos juguetes, poco a poco, van quedándose atrás porque el niño crece y pierde el interés. Recuerdo un osito con música que fue su preferido durante mucho tiempo. Tengo que admitir que yo pensé en tirar el oso por la ventana. Y es que es de esos juguetes que no tienen botón de “off” y si los tocas, aunque sea accidentalmente, se pone a cantar. Pero al final le cogí tanto cariño al osito que cuando el niño lo dejó de un lado yo lo adopté y me lo llevé al despacho.

De momento, es un niño muy agradecido, no pensábamos que los sellos de caucho infantiles fueron a gustarle pero les ha cogido afición. Lo único que de momento no parece disfrutar son los grandes peluches, es como si le dieran algo de miedo… Y es que una mariquita de casi un metro puede inquietar un poco, la verdad.