¿Se puede vivir sin móvil?

Pruébalo. Prueba a vivir unos días sin móvil. ¿Serías capaz? A buen seguro que muchos responderán a esta pregunta con un “para qué voy a vivir sin móvil si lo necesito para vivir”. Por supuesto, no seré yo el que demonice el smartphone: la tecnología no es el problema, sino el uso que le damos a la misma. Y nadie duda a estas alturas que mucha gente no hace un uso moderado del móvil.

Por trabajo, yo tengo que estar en contacto habitual con las tecnologías de comunicación y las redes sociales. Debido a que preciso internet para trabajar siempre estoy buscando la mejor oferta. Estos días me han llamado la atención mundo r ofertas, y he estado valorando alguno de sus combos que ofrecen un mejor precio que lo que tengo contratado actualmente con otro operador. Pero antes de decidirme he estado mirando la posibilidad de contratar solo internet y telefonía fija, prescindiendo del móvil.

En mi caso, este experimento de vivir sin móvil ha llegado de forma inesperada: perdí el móvil y me encontré, de repente, desconectado del mundo. Las primeras sensaciones fueron de cierta angustia. Aunque nunca fui un gran usuario del smartphone, al principio, sientes que te falta algo. ¿Y si alguien me manda un WhatsApp importante? Eso fue lo primero que pensé, que iba a quedar desconectado de algunos amigos y familiares por no tener WhatsApp. Y luego está el email, instrumento del que sí soy más seguidor, porque no hace tanto ruido ni es invasivo.

Pero tras los primeros días sin móvil, esa angustia va dejando paso a una especie de liberación. Cuando pasa una semana y sigues sin móvil, descubres que no has perdido el contacto con nadie… con nadie importante. Sin móvil ganas tiempo, sin mirar la pantalla de forma compulsiva descubres que hay vida más allá del WhatsApp y sus dichosos grupos.

Ahora que ya han pasado dos semanas me estoy planteando qué hacer. He visto las mundo r ofertas y tengo dudas si contratar línea móvil o mantener este experimento. Es evidente que tener un móvil es muy útil para situaciones de emergencia, pero hasta ahora no me he visto en ninguna situación en la que diga: ¡Dios mío, ¿dónde está mi móvil! Tal vez siga así otro mes más, a ver qué pasa…